CLICIA.
La joven ninfa Clicia se enamoró de Apolo, el dios Solar, y éste, a su vez, también le quiso. Apolo tenía todos los atributos imaginables para volver loca de amor a una mujer, pues era atractivo, inteligente y con una gran personalidad. Pero pronto dejó de interesarse por Clicia para atender a otras conquistas. La muchacha lloró amargamente durante largos e interminables días, pues ella sí era estable en sus emociones, y siempre amaría a Apolo, hasta el fin del propio Tiempo, y nunca podría querer a otro en su lugar. Como la canción de Sinead O´Connor: “Nothing compares to you” Nothing Compares To You - Sinead O'Connor
, para ella nada podía compararse con su adorado Sol. Tal era su abatimiento que viajó sola por la ancha Tierra hasta llegar al más extenso y ardiente desierto que jamás ojos humanos contemplaron. Allí se alimentó de pobres e insignificantes alimentos y dio satisfacción a su sed con las gotas del rocío matutino contemplando curiosa la bóveda celeste para ver el carro del Sol de su adorado Apolo. Todas las noches repetía la misma oración a los Dioses del Olimpo: no dejar de contemplar nunca el rostro de su amado. Los dioses se apiadaron de ella, y pronta a expirar, la convirtieron en una hermosa flor, cuya corola se movía siempre en dirección a la luz del sol. Su nombre: el girasol.
17.3.09
CLICIA
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