El callejón se abría como las fauces de una criatura maligna, largo y hediondo como el gaznate de un dragón. Pero, igual que una presa seducida por un cebo tentador, titubeo. El callejón era un túnel negro y sinuoso, en donde los sonidos se alteraban y los sentidos se embotaban...
No hay comentarios:
Publicar un comentario